Palabras silenciosas: Una propuesta didáctica del uso del silencio y la poesía como modo de vida y acercamiento al mundo y a los otros
Автор: Francisco José Francisco Carrera
Журнал: Revista Científica Arbitrada de la Fundación MenteClara @fundacionmenteclara
Статья в выпуске: 1, Vol. 5, 2020 года.
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El presente trabajo pretende centrarse en el análisis profundo del silencio y la poesía como herramientas didácticas. Con ello busca apuntar las razones que hacen de la enseñanza del silencio y la poesía materiales muy valiosos que podemos usar los educadores a la hora de mostrar otros modos de vida más ecológicos, colaborativos y respetuosos con uno mismo y con los otros. Esto es así porque al cultivar el silencio y la lectura de poemas se desarrolla una mirada centrada y atenta, un deseo de cuidado y un profundo respeto hacia aquello que es observado al intentar ser comprendido. Se esbozará asimismo una breve propuesta didáctica de líneas generales a través de la cual se propone introducir en las aulas la práctica del silencio y la lectura/escritura de poemas. Todo ello incidirá en una mayor atención en nuestros procesos humanos, buscando con ello una mejor y más cuidadosa relación de uno consigo mismo, con los otros y con el mundo.
Silencio, poesía, interiorización, modo de vida, enseñanza, educación
Короткий адрес: https://sciup.org/170163679
IDR: 170163679 | DOI: 10.32351/rca.v5.143
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Introducción
Estamos ante un momento educativo clave en la historia de la humanidad. Teniendo en cuenta factores como la singularidad (Kurzweil, 2002, 2006) parece evidente que la velocidad de todos los procesos socioeducativos irá en aumento de manera exponencial. Por todo ello, todos los que nos ocupamos de desarrollar nuestras labores en el mundo de la Educación estamos claramente ante una experiencia nueva. Aunque, por supuesto, nada nuevo hay bajo el sol, como se nos dejó dicho en la Vulgata. Toda esta velocidad tiene un claro impacto en el mundo y en nosotros como seres humanos. En el primero porque en un mundo finito, todo lo que se lleva a una progresión geométrica acaba por saturar hasta el último recoveco y no dejar ni un espacio para el descanso, el silencio o la paz interior. En los segundos, nos parece obvio, porque el ser humano es un ecosistema con unos biorritmos que si no son respetados llevan a la ruptura y a la enfermedad. Del mismo modo, esto puede ocurrir también en lo social, pues el cuerpo social está compuesto por cada individuo, si estos están enfermos y al borde del colapso, lo social estará enfermo y asimismo acabará colapsando antes o después.
Con todo esto en mente sería importante por lo tanto, señalar algunos aspectos que debemos tener en cuenta. Para empezar, se hace necesario y urgente que desde los sistemas educativos del mundo se promuevan valores muy concretos para desarrollar modos de vida sanos y adecuados, siempre desde un pensamiento igualitario, solidario y armónico con nosotros mismos, los otros y el mundo exterior. Esta tríada es de especial importancia para los futuros educadores como patrón a transmitir. Partimos de nuestro interior pero necesitamos salir fuera para tener una vida plena, fuera están los otros, nuestros iguales, y está el mundo, nuestro medio ambiente como ecosistema que posibilita la vida y que es el lugar en que nuestras interacciones tienen lugar. Autores como Riechmann (2004, 2005, 2009) ya nos han avisado de manera concreta de la importancia de ese medio en el que nos movemos y creamos relaciones y cómo, al ser finito, ha de ser cuidado con especial atención algo que no estamos haciendo si tenemos en cuenta los resultados de nuestras interacciones con el planeta de unas décadas a esta parte. De esto también se ha hecho eco, por ejemplo, Trainer (2017) con propuestas muy prácticas de nuevos modos de vida más en consonancia con una vida más ecológica y natural. Del mismo modo, este estado de cosas ha hecho que autores como Maffei (2016) hagan lo posible por alabar la lentitud como necesidad para centrarnos de nuevo en qué es importante y qué lo es menos.
Así, estas líneas de actuación en lo educativo habrán de dar paso a desarrollos más concretos y centrados en elementos que se pueden considerar beneficiosos para la vida social del ser humano y el impacto ecológico de las mismas en el mundo. Empezaremos analizando la importancia del silencio y la interiorización en nuestras rutinas. Ambos elementos de una importancia radical en nuestras ruidosas y veloces vidas.
Silencio e interiorización
Metodología:
Atendiendo al objeto de estudio propuesto, en este trabajo nos valdremos de una metodología basada en la revisión bibliográfica de diversos textos que puedan ayudarnos en la profundización requerida para nuestro entendimiento del objeto de análisis y la posterior propuesta didáctica. De esta manera, nos basaremos en fuentes ontológicas, epistemológicas y metodológicas recientes en relación a los temas que estamos estudiando. En el siguiente apartado haremos lo mismo a la hora de entender la naturaleza de la poesía. Empecemos por lo tanto con el proceso.
El silencio empieza a ser un lujo estos días, rodeados de pantallas y de aparatos que llaman nuestra atención constantemente de manera más o menos ruidosa, solemos vernos al borde del colapso más de una vez a lo largo de cada jornada. Hay diversos grados y modos de silencio, eso es obvio, pero aquí solo hablaremos del exterior y del interior. Remitimos al lector que quiera ver una serie de miradas más extensa y profunda al respecto a los textos recopilados por Francisco Carrera (2019).
Pablo d’Ors (2015) ha sido muy claro al respecto de la importancia del silencio en nuestras vidas. Sin el silencio acabamos enmarañados en el fárrago de nuestros agitados días. Sin el silencio es difícil que seamos capaces de ver los matices y las maravillas que suelen ser ocultadas por la visión rápida y rutinaria acostumbrada a no prestar verdadera atención. El silencio, como veremos más adelante, está relacionado con la visión poética, con el mirar del poeta que hace nuevo cada gesto, cada objeto, cada esquina del mundo aunque haya sido visitada miles de veces. El silencio, por lo tanto, devuelve la belleza al día a día y lo impregna de dignidad y cariño. Es el silencio de la escucha y el silencio que hace que el discurso tenga sentido al intercalarse entre las palabras que iluminan, cuando son bien utilizadas, algo que saben muy bien los poetas. Ese silencio nos enseñaría a existir de una manera más profunda y no simplemente a habitar en la roma superficie de los objetos (Bonnefoy, 2014).
Hay un silencio externo, por tanto, que no es fácil conseguir hoy. Nos rodean los ruidos más variopintos y no frecuentamos a menudo las arquitecturas propias del no-ruido. A decir verdad, los lugares en los que predomina el silencio no son muchos en las grandes ciudades: bibliotecas, museos, hospitales, cementerios, lugares de culto y poco más. Le Breton (2014) nos conmina a encontrar lugares silenciosos por los que caminar –la naturaleza, si es eso posible– pero dependiendo de dónde vivamos esto puede ser una tarea harto complicada de llevar a cabo. Por ello, cuando queremos permanecer en silencio en lo externo parece que lo poco que nos queda es encerrarnos en nuestras casas a modo de fortaleza inexpugnable e intentarlo. El teléfono móvil, ese fetiche absoluto de nuestra época, deberá estar acallado si somos capaces de tomar esa decisión porque se ha convertido en un apéndice más de nuestra anatomía y silenciarlo o dejarlo en otro sitio que no sea a nuestro lado nos dará cierto grado de angustia a muchos de nosotros. Y con todo, aunque este silencio externo es difícil, el silencio interno es el verdaderamente difícil de conseguir.
Para empezar, debemos recordar cuánta información nos rodea, cuántos estímulos nos afectan en nuestro día a día. Ya es difícil tranquilizar nuestra mente con todo el cúmulo de asuntos personales que consideramos importantes como para añadirle la miríada de noticias que buscan hacerse un espacio en nuestras cabezas. Nunca fue tan difícil mantener un centramiento sincero y real que nos ayude en la búsqueda de un silencio interior. Así, habitamos en un ruido constante de mayor o menor intensidad, tanto externamente como internamente. Nuestras estancias se llena de informaciones, algunas necesarias y que nos ayudan pero muchas otra que no son más que ruido vacío y que desarrollan aspectos que acabaran por influir negativamente en nosotros. Reclamar ese espacio de silencio interior es por lo tanto esencial. Para no dejarse llevar por el ruido exterior se necesita una mente centrada, una mente en calma, una mente más allá de la mente incluso. Grün (2016) ha sido muy concreto al promover la necesidad de concentrarse en un solo asunto y lograr encontrar el propio centro. Esto, junto a otra serie de medidas que propone es lo que denomina tratar a la creación y a uno mismo con cuidado. Ser prudente nunca ha sido algo tan necesario, creemos, porque estamos manejando cantidades ingentes de información, algo que no ocurría en siglos pasados –en décadas pasadas, de hecho, la explosión de la información es algo unido al fenómeno de las nuevas tecnologías de la información y a internet de manera concreta como herramienta–. Esa prudencia, por otra parte, la han reiterado autores como el filósofo mexicano Mauricio Beuchot. Beuchot (2003, 2009) habla encarecidamente de la necesidad de un modo de vivir anclado en la phronēsis como experiencia sapiencial del saber vivir, esa phronēsis estaría anclada en un modo de vivir prudente que se desarrolla a partir de una mirada atenta y centrada, cuidadosa al fin y al cabo, que no violenta pero tampoco se despreocupa, se mantiene en un prudente término medio para saber cuándo acercarse o cuándo alejarse.
Por último, David Le Breton (2016) nos advierte de que en nuestro mundo el ser humano está constantemente tentado a desaparecer, a dejar de estar en sí. Por ello a través del silencio sería importante llegar al siguiente paso, la interiorización hacia capas más profundas de uno mismo. Si nos conocemos mejor, estaremos en mejor situación para tratar de ayudar y comprender al otro. Asimismo este conocimiento radical nos hará seres más pendientes de las formas de vida que nos rodean y de las que participamos. Todo ello incidirá también en una visión pan-ecológica más profunda y comprometida.
Por ello, apostamos por una necesidad de replantearnos lo que implica la interiorización y por qué nos haría mucho bien. Esa interiorización no es otra cosa que saber estar con nosotros mismos, en paz, sin angustias, sin prisas, sin más que nuestra respiración, nuestro silencio –que puede ser simplemente interior, aunque recordemos que suele ser el más difícil de conseguir–. Todo ello repercutiría en modos de interacción social más armónicos, más cuidadosos, más prudentes, más, al fin y al cabo, cariñosos y deseosos de dar cabida al otro y sus visiones de vida que enriquecerán las nuestras al encontrarse. Al fin y al cabo, ese cuidado y cariño que son consustanciales a la bondad es algo que nos hace propiamente humanos, como bien ha sabido ver Esquirol (2018).
Список литературы Palabras silenciosas: Una propuesta didáctica del uso del silencio y la poesía como modo de vida y acercamiento al mundo y a los otros
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